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  El prisionero de los búlgaros [1] Emilio Botella Calleja era aprendiz de mecánico en el taller de fundición de Aznar e hijos de Alicante. Con trece años partió hacia Argelia con sus padres y dos hermanas y se instalaron en Orán. Aprovechó sus conocimientos en mecánica para trabajar en el taller del industrial alemán apellidado Metz, quien apreciaba las cualidades de Emilio y temía, por el bien de su negocio, que éste decidiera regresar a Alicante. Emilio conoció a la hija de este empresario y se enamoraron, relación perfectamente aceptada por el padre de la joven que consideraba que había ganado un hijo. La boda se había señalado para septiembre de 1914. Desde Alicante llegaron noticias del fallecimiento de un tío de Emilio, por lo que su madre, Rita Calleja, y sus dos hermanas se desplazaron en 1914 hasta allí para arreglar los asuntos de la herencia. La situación produjo en Emilio un cambio de mentalidad, manifestado en las cartas que enviaba a su madre, en las que le explic