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Mostrando entradas de julio, 2021

Los moriscos (I)

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El siglo XVI: Los conflictos con los moriscos      La posición geográfica de las regiones de Alicante y Valencia, y de todo el sureste español, ha sido históricamente un lugar en el que han habitado multitud de culturas diferentes. Las huellas del pasado están presentes en cada rincón y, sobre cada civilización o grupo humano que ha habitado la zona, el siguiente grupo humano ha aprovechado lo existente y ha añadido su propia cultura. El resultado es una herencia acumulada de tradiciones, historia, costumbres y patrimonio aún visible.      La población y sus movimientos no escapan a esta corriente y, evidentemente, existen conflictos en la convivencia entre las culturas cristiana y musulmana, especialmente en el siglo XVI, que desembocarán en la expulsión de los moriscos en 1609.       Desde las Germanías los musulmanes habían sido el colectivo más perseguido. Fueron obligados al bautismo y a su conversión forzosa al cristianismo. Desde entonces, serían conocidos como cristianos nuevos
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De turrones y helados Cuando se instalaban en Argelia. los emigrantes valencianos solían desarrollar allí sus oficios, los trabajos que habían aprendido en sus pueblos. Argelia se presentaba como una oportunidad para ellos y para su negocio. Es el caso de lo procedentes de Xixona y de Ibi. Se trataba de gente acostumbrada al frío y al cultivo de la almendra, entre otros productos, y su especialidad era la elaboración de turrones y helados. En general, se trataba de un trabajo temporal que complementaba al realizado en el campo y para el que la temporada perfecta era el verano. Cuando finalizaba la temporada de los turrones, los helados se convertían en el complemento perfecto para la economía familiar. Algunas pastelerías contaban con terrazas con sillas y mesas y se vendían, además, helados bien para cualquier época del año, bien para las celebraciones, con sus pièces montées decoradas con láminas de turrón llamadas nougatines . Había dos tipos de vendedores de helados. Por un lado,
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  El prisionero de los búlgaros [1] Emilio Botella Calleja era aprendiz de mecánico en el taller de fundición de Aznar e hijos de Alicante. Con trece años partió hacia Argelia con sus padres y dos hermanas y se instalaron en Orán. Aprovechó sus conocimientos en mecánica para trabajar en el taller del industrial alemán apellidado Metz, quien apreciaba las cualidades de Emilio y temía, por el bien de su negocio, que éste decidiera regresar a Alicante. Emilio conoció a la hija de este empresario y se enamoraron, relación perfectamente aceptada por el padre de la joven que consideraba que había ganado un hijo. La boda se había señalado para septiembre de 1914. Desde Alicante llegaron noticias del fallecimiento de un tío de Emilio, por lo que su madre, Rita Calleja, y sus dos hermanas se desplazaron en 1914 hasta allí para arreglar los asuntos de la herencia. La situación produjo en Emilio un cambio de mentalidad, manifestado en las cartas que enviaba a su madre, en las que le explic