Helados de Alicante en Argelia

Cómo soportaban el calor los emigrantes

    Con la llegada de las temperaturas altas, existen muchos remedios que ayudan a refrescar y hacer más llevadero el período conocido como la canícula

    Actualmente, los aires acondicionados, ventiladores y los modernos sistemas de refrigeración nos proporcionan ese alivio y hacen el verano más llevadero. Por no hablar de los viajes turísticos hacia zonas más frescas. Pero, hasta hace relativamente pocos años, existían otras fórmulas para combatir el calor. A continuación, un fragmento del libro Emigrar a Argelia, en el que se narra cómo vivían los emigrantes este período en en norte de África:



    "Algunas pastelerías contaban con terrazas con sillas y mesas y se vendían, además, helados bien para cualquier época del año, bien para las celebraciones, con sus pièces montées decoradas con láminas de turrón llamadas nougatines. Esta influencia francesa se manifestó en los hornos abiertos por emigrantes retornados a España después de la independencia. La pastelería argelina y la valenciana coinciden en algunos ingredientes como la almendra y la canela.

Cuando finalizaba la temporada de los turrones, los helados se convertían en el complemento perfecto tanto para la economía familiar como para los postres. Entonces, los artesanos utilizaban hielo industrial. En esta situación se encontraban los valencianos procedentes de Xixona, a los que se les añadían los de Ibi y Onil. En general, se trataba de un trabajo temporal que complementaba al realizado en el campo y para el que la temporada perfecta era el verano. Para muchos, la temporalidad obligaba a ir de un lugar a otro para sobrevivir. Michel Mira explica cómo era la temporada. Después de la fabricación y venta de helados en Argelia durante tres meses, regresaban a España a recoger aceituna cinco o seis meses y luego partían a elaborar tejas a Madrid durante dos o tres meses más. Los vendedores ambulantes de helados tenían diferentes categorías. La más modesta consistía en una heladera metálica cargada a los hombros que contenía todo lo necesario para la venta mientras que la otra tenía como protagonista al carro de los helados, alquilado por emigrantes temporales a los valencianos residentes en Argelia.

Además, aquellos que eran ya nacidos en Argelia de padres valencianos solían visitar durante el verano el pueblo de origen, donde oían el valenciano y lo aprendían. Gracias a esto, algunos de ellos no tuvieron excesivos problemas para integrarse en los pueblos de sus antepasados cuando Argelia se independizó y se vieron obligados a huir". 



[1] Fragmento de Emigrar a Argelia. Los pied noir valencianos.

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