Repoblar tras la expulsión de los moriscos: el caso de Orba
La expulsión dejó muchos lugares vacíos
Las cartas de repoblación fueron el mecanismo perfecto para atraer nuevos pobladores
En algunos lugares todavía siguen descendientes de aquellos primeros vecinos
Hace unos años, en realidad hace bastantes años, allá por 1996, comencé mi propia genealogía. Al principio todo iba de maravilla puesto que mis antepasados por parte materna aparecían prácticamente de debajo de las piedras. No tenía necesidad de desplazarme a otras poblaciones porque la gran mayoría estaban en la misma parroquia: en la Colegiata de Gandia.
Sin embargo, por parte paterna sabía que desde muy pronto tenía que desplazarme. En aquellos años en los que internet aún estaba en pañales y que era difícil imaginar hasta dónde llegaría su uso relacionado con la investigación genealógica, la única forma de descubrir antepasados era desplazarse hasta la parroquia en cuestión. Por supuesto, antes había que localizar el teléfono de la parroquia y llamar hasta conseguir localizar al párroco. El mejor momento solía ser a última hora de la tarde, bien antes o bien después de la eucaristía diaria o, a veces, el fin de semana. Una vez allí, el viaje podía resultar muy productivo si aparecían muchos antepasados, o un verdadero desastre si en la primera búsqueda los antepasados procedían de otra población.
Por ese motivo priorizaba las ramas en las que tenía más interés, como por ejemplo la de Orba, lugar en el que nació mi abuelo paterno, José Torres Miralles. En mi visita al archivo parroquial tuve relativa suerte y pude avanzar en esa línea, la del apellido Torres, pero no tanto como hubiera deseado. Diferentes circunstancias me obligaron a dejar para otro día la visita al archivo y poco a poco dejé de lado la investigación de esa rama.
Con el tiempo, tras estudiar Historia, la Genealogía dio paso a la Historia. ¿Por qué mi apellido estaba en Orba? ¿Por qué había llegado a Gandia? Todo conducía, como les sucede a muchos en esta zona, a la expulsión de los moriscos. Pero había que investigar la línea sin suponer nada.
En 1609, tras el decreto de expulsión de los moriscos, muchas poblaciones y áreas quedaron prácticamente despobladas. Para muchos esta situación supuso una ruina económica, puesto que quien cultivaba la tierra o realizaba ciertos trabajos ya no estaba. Así pues, con la finalidad de atraer colonos, las cartas de población se convirtieron en el sistema con el que llenar de nuevo esas poblaciones. Los señores feudales, promotores mayoritarios de esta fórmula, ofrecían a aquellos que se instalaran unas condiciones ventajosas. En ellas, además de citar el nombre de los nuevos vecinos y en algunos casos su origen, se recogían medidas como la recolección de impuestos, la distribución del agua, el uso de las tierras, la organización de los gobiernos locales, facilidades fiscales y otros atractivos.
A grandes rasgos se pueden distinguir una etapas en la repoblación. En un primer momento se asistió a una afluencia importante de colonos entre 1610 y 1611, años en los que se redactan la mayoría de cartas pueblas. La segunda etapa finalizaría alrededor de 1630, con colonos atraídos por los primeros repobladores, en un proceso que se repetirá siglos después con la emigración valenciana a Argelia, y por los nuevos acuerdos entre nobles y repobladores. Por último, entre 1630 y 1646 la población se estabiliza con menos llegada de colonos. La consecuencia, en muchos casos, fue crear un vínculo entre el apellido y la población, de modo que es muy común para los que conocedores de La Marina y La Safor saber el origen aproximado de un individuo sólo con conocer su apellido.
Fragmento de la partida de matrimonio entre Jusep Torres y Madalena Soler.
Archivo parroquial de Orba, libro de matrimonios 1702.
Aunque muchos repobladores acudieron desde Mallorca, también se repite el modelo en el que los nuevos colonos procedan de poblaciones vecinas, como sucede, por ejemplo, en Orba. De los 20 pobladores originales, 7 procedían de las cercanas Murla y 13 de Pego. La carta fue otorgada ante Mateo de Roda, procurador del duque de Gandia, a quien pertenecía la población, fue firmada el 9 de julio de 1611 por Jaume Camarasa, Miquel Escrivà, Marc Antoni Oltra, Jaume Cots, Jaume Giner, Lluís Olcina, Francesc Miralles, Jaume Rovira, Cristòfol Tamarit, Vicent Mestre, Bartomeu Ferrer, Joan Vallcases, Joan Ortolà, Francesc Torra, Andreu Ferrando, Geroni Çaragosa, Joan Dominguis, Joan Çaragosa menor, Cosme Marí y Bartomeu Ferrando, todos ellos reunidos en casa de Lluis Joan Torres. A estos pobladores se les ofreció la posibilidad de residir en Orba de acuerdo a las condiciones que se establecían en el documento: una serie de 26 capítulos que constituían los censos en función de las tierras y los cultivos, se disponía la obligación de hacer aceite en la almazara del señor, cocer el pan y comprar productos y, también, las sanciones a quienes no cumplieran lo señalado en la carta. Posteriormente hubo una segunda oleada migratoria procedente de Mallorca.
Por cierto, en la investigación de mi apellido Torres he llegado hasta el siglo XVII con Vicente Torres y a Isabel Juan Ruiz. ¿Será este Vicente Torres pariente del propietario en el que se firmó la carta y antepasado mío? La pista y la solución, en la imagen.
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