Ecoturismo genealógico y familiar: descubriendo la Vía Verde Villalonga–L’Orxa

¿Y si nuestras raíces pudieran recorrerse a pie o en bicicleta? 

¿Y si la historia familiar nos esperara al final de un sendero, entre montañas y túneles antiguos?

En el corazón de la Comunidad Valenciana, entre montañas, antiguos túneles y paisajes de gran belleza, se abre una oportunidad única para combinar naturaleza, historia y raíces familiares: el ecoturismo genealógico.

Dos rutas destacan por su accesibilidad y encanto: la Vía Verde del Serpis (Villalonga–L’Orxa) y el antiguo trazado Alcoi–Agost.

Las Vías Verdes: pasado ferroviario, presente natural

    La desaparición de algunas líneas de ferrocarril acarreó el consiguiente abandono de las vías por las que discurría. Con el tiempo, la conciencia ecológica y el deseo de conjugar el turismo con la naturaleza han recuperado estos caminos para su uso. Es así como nacieron las VíasVerdes.


    En España existen múltiples opciones, y en nuestro entorno destacan dos rutas especialmente accesibles, de belleza contrastada y con gran valor patrimonial: la Vía Verde Villalonga–L’Orxa, también conocida como el Racó del Duc, y la Alcoi–Agost, ambas sobre antiguos caminos ferroviarios que nunca olvidaron su historia. Ambas son perfectas para conocer los pueblos de aquellos que investigan su genealogía, como es el caso de muchos pied-noir valencianos, que descubren así cómo era el entorno de sus antepasados.

El desarrollo del ferrocarril

    Las dos rutas tienen en común muchos aspectos. En primer lugar, su origen. A finales del siglo XIX Alcoi conoció un desarrollo industrial muy importante. Su localización interior era un inconveniente tanto para abastecerse de materias primas como para dar salida a los productos industriales que allí se creaban. La solución era un ferrocarril con destino Gandia siguiendo el curso del río Serpis.

    Este proyecto fue posible en 1893 gracias a la aportación de capital británico en la sociedad Alcoy & Gandia Railway and Harbour Company Limited para construir la línea férrea y el puerto en Gandia, lugar por el que las mercancías se enviarían hacia Inglaterra. En 1969 el tren realizó su último viaje, quedando la infraestructura en desuso.


Tren Alcoy Gandia estacion de L'Orxa y el castillo de Perputxent


    Con la misma intención se construyó entre 1927 y 1932 otra línea entre Alcoi y Agost para llegar hasta el puerto de Alicante y, además, enlazar con la línea hasta Madrid pero, finalmente, nunca llegó a transitar un tren.

La ruta Vilallonga–L’Orxa: tras los pasos del duque de Gandía

    Con sus 12 km de recorrido, debe su nombre al Racó del Duc, una zona que el duque de Gandía frecuentaba para cazar. El camino es casi llano, ideal para familias, con vistas espectaculares siguiendo el curso del río. A lo largo del recorrido se atraviesan cinco túneles (de los ocho originales), y es necesario llevar linterna, sobre todo para el más largo, de 250 metros, donde aún puede verse el hollín del carbón en el techo. Los respiraderos del mismo ofrecen fantásticas postales del río y su entorno natural.

    Los más curiosos encontrarán pequeños tesoros del pasado: tuercas oxidadas, restos de la vía y las viejas centrales hidroeléctricas que nos recuerda el talento de los ingenieros británicos que diseñaron esta línea a finales del siglo XIX.

    La ruta, si se sale desde Vilallonga, termina en L’Orxa, coronada por el castillo musulmán de Perputxent.

Alcoi–Agost: 66 km de historia y paisaje

    Para los más aventureros o aquellos con raíces en el interior de Alicante, la rutaAlcoi–Agost ofrece 66 km de viaje a través del tiempo. El primer tramo, de 10 km, es accesible incluso para personas con movilidad reducida, y transcurre por el parque natural del Carrascar de la Font Roja. Se atraviesan espectaculares viaductos como el del Salt y el de las Siete Lunas, además de diez túneles iluminados.

    El segundo tramo desciende desde el puerto del Maigmó hasta Agost, con 21 km de recorrido, seis túneles y viaductos como el del barranco del Fontanar. Aunque algo más exigente, sigue siendo una ruta asequible y muy gratificante.

Turismo ecológico con raíces

    Ambas rutas son una oportunidad perfecta para quienes desean practicar un turismo activo, familiar y con sentido. Caminar o pedalear por los mismos lugares que recorrieron nuestros abuelos, ver las montañas que ellos veían, escuchar el mismo río que les daba vida… Es una forma de hacer genealogía con los pies, de conectar con el paisaje y con la historia personal.

    Para los descendientes de familias de estas comarcas —como muchos pied-noir valencianos—, estas sendas no son solo paisajes, sino escenarios de memoria. Y hoy, más que nunca, recorrerlos es una forma hermosa de rendir homenaje al pasado mientras cuidamos el futuro.


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