El Stanbrook: 85 años de su viaje más importante

 Huir de la represión

Cuando la Guerra Civil finalizaba y el exilio era una opción

    La cercanía de las tropas del general Franco a finales de marzo de 1939 obligó a muchos republicanos a tomar la difícil decisión de abandonar España. Unos tenían miedo por su futuro como vencidos, otros temían una represión por parte del vencedor. La opción de huir, en este caso a Argelia, resultó la salvación para una gran mayoría.


    No obstante, la salida no resultó todo lo fácil que se suponía. La inminente caída de la II República atrajo a cerca de 15.000 personas en el puerto de Alicante en busca de un barco que les llevara lejos. Durante ese mes habían zarpado algunos buques como el Stanhope o el Rowyn, pero el más famoso de ellos resultaría ser el Stanbrook.

    El 28 de marzo partieron desde Alicante el Maritime y el mencionado Stanbrook. Este navío tenía 70 metros de eslora y había sido destinado para el transporte del carbón del ejército republicano. En ese momento, su destino sería el transporte de muchas de las personas allí congregadas, avisadas que Alicante era el único lugar por el que salir, mientras que las autoridades se embarcaban hacia el exilio desde el puerto de Gandia, con muchísima menos gente concentrada.

    Su capitán, el galés Archibald Dickson, admitió a bordo toda clase de pasajeros sin importarle la ideología. Al final subieron al cargero alrededor de 3.000 personas, cuando normalmente admitía unas 100. Salieron del puerto de noche para evitar el bloqueo del ejército de Franco y pusieron rumbo a Argelia.


El capitán Archibald Dickson

    Si salir de España no resultó sencillo, llegar a Argelia fue peor. Tras una corta pero dura travesía, el Stanbrook llegó a Orán. Por motivos ajenos a los pasajeros y relacionados con las potencias europeas, tardaron 26 días en abandonar el barco. A bordo, las condiciones de vida fueron duras, con escasa agua potable y comida racionada a un pedazo de pan por persona y día y una lata de arenques, sardinas o paté para cada cuatro. Los enfermos no tenían medicinas y los parásitos aumentaban. Muchos se quedaron prácticamente en el mismo lugar en el que embarcaron, haciendo allí mismo sus necesidades, ya que el barco solamente contaba con dos retretes y había colas de hasta un día para acceder a ellos. Las mujeres, niños y ancianos eran cubiertos por mantas para aliviar sus necesidades y no ser vistos por el resto. La insalubridad del barco y el temor de las autoridades francesas a la aparición de una epidemia ocasionó que se desinfectara a finales de abril y poco después pudieron desembarcar todos. No obstante, su odisea no había finalizado, ya que muchos acabaron en campos de concentración.

    La historia del Stanbrook finalizó poco después, cuando en noviembre de ese 1939 fue bombardeado por un submarino alemán.

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