La riada de Murcia de 1879
Historias de las inundaciones en la costa mediterránea
La crónica periodística de los sucesos del 17 de octubre de 1879 en Murcia.
Con la DANA de Valencia aún reciente en los medios de comunicación, y en la memoria colectiva de los valencianos, resulta interesante repasar cómo se vivieron hechos semejantes en otras épocas y, sobre todo, cómo se contaba en la prensa del momento. En este caso, en el diario La Paz: periódico de noticias, avisos y fomento de la provincia de Murcia.
"Las dos de la mañana serían cuando la ciudad despertó al toque de rebato; arrojeme del lecho y corrí a un balcón, vi correr hombres con antorchas, abrir y cerrarse puertas con estrépito, salir gente a los balcones, [...] de pronto una oleada de gente pasa huyendo y gritando,
- ¿Qué sucede les pregunto.
- El río, dicen con voz ahogada. [...]
- ¿De dónde es la riada, del Guadalentín o del Segura?
- No lo sabemos.
- ¿Han telegrafiado los alcaldes de los pueblos ribereños?
- No; hemos sabido que venía riada cuando nos hemos visto inundados. ]...]
Amanece, [...] vése apenas, pero vése lo bastante para medir los estragos de la noche: la ciudad está rodeada de una laguna que empieza poco más bajo del pueblo de Alcantarilla y se extiende, perdiéndose de vista: en el confín de la huerta de Orihuela".
El fragmento recoge las primeras impresiones y la descripción de las primeras horas de la riada de Murcia de 1879, también conocida como la Riada de Santa Teresa. En algunos puntos la altura del agua alcanzó los 2 metros entre Murcia y Orihuela y se cuantificaron alrededor de mil fallecidos y cuantiosos daños materiales.
Hubo solidaridad. Como ahora. Desde muchos rincones de España, e incluso desde la misma Francia gracias al periódico Paris-Murcie dirigido por Victor Hugo y con ilustraciones de Gustave Doré, se iniciaron campañas para recoger dinero para los damnificados.
Actualmente, las aseguradoras se hacen cargo en su mayoría de las reparaciones, los gobiernos ayudan en la reconstrucción y la vida es, en definitiva, muy diferente a otras épocas. Pero no siempre ha sido así. Las sequías y lluvias torrenciales del clima mediterráneo son una de las causas por las que muchos agricultores, jornaleros y personas cuya vida dependía del campo se vieron obligadas a emigrar. La salida más rápida, económica y cercana a esas zonas era Argelia. El país norteafricano se convirtió entre los siglos XIX y XX en receptor de emigrantes valencianos, murcianos y andaluces en su mayoría: los pied noir.
Murcia y el sur de Alicante vivirían otras situaciones parecidas años más tarde. Y, mirando la hemeroteca y la Historia, se demuestra que ésta se repite.
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